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Estamos en el ecuador de la gestación y es el momento de hacer una de las ecografías más importantes, también llamada ecografía morfológica, en la que el especialista podrá observar con detalle la anatomía del feto para observar el correcto desarrollo de su anatomía y descartar muchas más malformaciones que en la semana 12, aunque no todas aún, pues algunos órganos, particularmente le cerebro no han alcanzado ni su forma ni su desarrollo definitivos.
En este momento el feto ya tiene un tamaño mucho mayor que durante la semana 12, por lo que se podrán observar con mayor claridad sus estructuras: extremidades, corazón, riñones, hígado, intestinos, cráneo y cara, columna vertebral, etc.
Es, pues, la ecografía más técnica y de diagnóstico del embarazo, y en este sentido, la más “fea” para los padres; pero, sin duda, la más importante para observar la normalidad o no de su hijo.
En caso de encontrar algún problema, el obstetra especializado en Medicina Fetal informará a los padres del diagnóstico y pronóstico de la alteración, aunque a veces (como ocurre en la medicina “fuera del útero) serán necesarias más pruebas antes de poder realizar con precisión el diagnóstico (Nuevas ecográfías, Resonancia Magnética Fetal, analíticas a la madre, amniocentesis, etc…)
Por todo ello, esta ecografía es uno de los controles que mayor nerviosismo y ansiedad causa en los futuros padres, pero es necesario que se realice correctamente, en el tiempo adecuado y dentro de una unidad especializada.
Si bien las ecografías son generalmente famosas por dar a conocer el sexo del bebé es importante tener claro que esa no es la función principal de estos controles médicos, sino conocer el estado de salud o enfermedad del feto, como ocurre por ejemplo en las revisiones que los niños hacen con su pediatra. En cierto sentido, podríamos decir que los que trabajamos en las Unidades de Medicina Fetal, seríamos “pediatras prenatales”.